Respecto al consumo de alcohol, hay que diferenciar entre uso, abuso y dependencia.
Uso se refiere a cualquier ingesta de alcohol de bajo riesgo en la que el bebedor respeta las orientaciones médicas y legales, sin meterse en problemas.
Abuso es cuando la ingesta trae consigo un nivel de riesgo, tanto para el que lo usa, como para los que lo rodean. Implica daño físico y mental para la salud de la persona, así como consecuencias a nivel social: daños a otras personas, lesiones, peleas, grescas.
Por último, está la dependencia alcohólica. Este estado produce un deseo incontrolable de consumir alcohol a pesar de que el sujeto es consciente de las consecuencias negativas. Por lo tanto, el acto de beber se convierte en una prioridad sobre otras actividades y obligaciones. Esto produce en el cuerpo una mayor tolerancia al alcohol que acarrea como consecuencia que el bebedor consuma cada vez una mayor cantidad y bebidas “más fuertes", con mayor grado etílico.
Para tener en consideración:
Diversos estudios internacionales coinciden en que los jóvenes que hacen abuso del alcohol, muchas veces no cumplen sus obligaciones académicas y que el riesgo de reprobar materias es mayor entre éstos que en aquellos que consumían con bajo riesgo. Además, pueden mostrar falta de atención, ausencia, tardanzas o hasta quedarse dormidos en las aulas.
Ante esto, es importante regular la frecuencia y uso del alcohol. En caso que consideres tener señales de abuso y dependencia, es importante que puedas acercarte a pedir ayuda a un especialista.